Con el uso generalizado de las técnicas
de imagen, las indicaciones de la laparoscopia han sufrido
un gran cambio y una importante disminución. La ultrasonografía,
la tomografía axial computerizada(TAC), la resonancia
nuclear magnética(RNM), la colangiopancreatografía
retrógrada endoscópica, etc., han permitido,
con menos molestias y, en ocasiones, con más exactitud,
establecer diagnósticos que antes necesitaban de
la laparoscopia. Sin embargo, estas mismas técnicas,
tan profusamente utilizadas, pueden detectar lesiones asintomáticas
que hagan necesario recurrir a la laparoscopia, como sucede
por ejemplo con los tumores benignos (angiomas, adenomas,
hiperplasia nodular focal, etc.).
1. Indicaciones clásicas.
La existencia de una hepatomegalia ha constituido
una de las indicaciones clásicas de la laparoscopia.
En la actualidad, la causa de la hepatomegalia se diagnostica
perfectamente por las pruebas biológicas, la ecografía
o la tomografía axial computerizada en la mayor parte
de los casos, particularmente los que se deben a lesiones
localizadas, como ocurre por ejemplo con el quiste hidatídico.
Únicamente cuando los hallazgos de las técnicas
de imagen no son claros o se duda de que pueda tratarse
de una falsa hepatomegalia (pericolecistitis, infiltración
neoplásica del epiplon, tumores retroperitoneales,
etc.), la laparoscopia puede ser útil.
En las enfermedades hepáticas difusas
tales como cirrosis, esteatosis, hepatitis alcohólica,
hepatitis crónica, creemos que la laparoscopia continúa
teniendo vigencia. Al realizar la biopsia bajo control visual
y poder utilizar medios hemostáticos (termocoagulación,
tapón de espongostan) disminuimos el riesgo de la
complicación hemorrágica.
La ecografia o el TAC acompañados
de punción-aspiración con aguja fina pueden
establecer con bastante fiabilidad el diagnóstico
de un buen número de casos de las enfermedades difusas
enumeradas. La laparoscopia con biopsia dirigida, los falsos
negativos de aquellas técnicas, ya que a la visión
macroscópica permite establecer un diagnóstico
con bastante seguridad.
La ecografía es un procedimiento
diagnóstico para detectar lesiones focales del hígado.
Si añadimos la punción-aspiración con
aguja fina bajo control, podremos establecer, además,
el tipo histológico de la lesión por lo que
en principio, la ecografía debe ser la técnica
de elección para el estudio de este tipo de patología.
La decisión de realizar una laparoscopia dependerá
de los hallazgos y seguridad que nos ofrezca la ecografía,
por lo que si el diagnóstico está hecho con
esta técnica, la laparoscopia es innecesaria, pero
si es dudoso o negativo y existe sospecha clínica
de esta patología, debe recurrirse a la laparoscopia.
En el diagnóstico diferencial de
la ictericia, la ecografia, la TAC, la RNM o incluso técnicas
más invasoras como la colangiopancreatografía
retrógrada endoscópica o la colangiografía
percutánea transhepática, permiten distinguir
entre colestasis intra y extrahepática e incluso
establecer la localización y la naturaleza del obstáculo
con mayor precisión que con la laparoscopia, por
lo que sus indicaciones en esta patología han disminuido.
Cuando existen conductos biliares dilatados, como en las
colostasis extrahepáticas, sólo se recurre
a la laparoscopia para detectar una posible diseminación
metastática hepática o peritoneal de un tumor
ya conocido, lo cual puede cambiar nuestra estrategia de
tratamiento. Cuando no hay dilatación de los conductos,
como es el caso de las colostasis intrahepáticas,
la laparoscopia está indicada si no se ha llegado
a un diagnóstico por los otros métodos.
El diagnóstico de la ascitis constituye
una de las indicaciones tradicionales de la laparoscopia.
Cuando se trata de un trasudado, generalmente debido a hipertensión
portal, la ecografía consigue diagnosticarla perfectamente
en la mayoría de las ocasiones, por lo que sólo
llegaremos a la laparoscopia en muy pocos casos. Cuando
el líquido peritoneal es un exudado, sobre todo si
es hemorrágico, la ascitis está causada casi
siempre por enfermedades peritoneales inflamatorias o neoplásicas
que, en ocasiones, no son detectadas por los ultrasonidos
o la TAC. En estos casos la laparoscopia constituye el primer
eslabón del proceso diagnóstico por delante
de otras técnicas.
En el diagnóstico de masas abdominales,
las técnicas de imagen han hecho innecesaria la laparoscopia.
Sólo si la punción-biopsia con aguja fina
bajo control con ultrasonidos o TAC no es demostrativa puede
recurrirse a la laparoscopia.
En las llamadas fiebres de origen desconocido,
definidas como aquellas que duran más de tres semanas,
con picos que exceden de los 38º C y cuya causa no
se conoce después de un profundo estudio, la laparoscopia
ha probado ser un método altamente eficaz para llegar
al diagnóstico. Si bien en algunos casos de abscesos
o tumores hepáticos las técnicas de imagen
la han sustituido, aún conserva un buen número
de sus indicaciones en este campo. Acompañada o no
de la biopsia dirigida, nos permite el diagnóstico
de infecciones (tuberculosis, brucelosis, leishmaniosis,
colecistitis crónica, etc.), enfermedades neoplásicas
(linfomas, hepatomas, cáncer de vesícula,
etc.) , colagenosis, sarcoidosis, granulomatosis, etc. Podemos
concluir que cuando se sospecha que la fiebre de origen
desconocido es de origen digestivo y han fracasado los modernos
métodos de diagnóstico en descubrir su etiología,
la laparoscopia sigue siendo la exploración más
eficaz para aclarar el problema antes de recurrir a la lapatomía
exploradora, a la que, como último recurso, tendremos
que llegar en algún caso.
El dolor abdominal de origen oscuro continúa
siendo una buena indicación para la laparoscopia,
ya que un gran porcentaje de casos se deben a adherencias
o lesiones peritoneales que son dificiles de detectar por
otras técnicas. En el caso de las adherencias, la
laparoscopia puede ser incluso terapéutica.
La laparoscopia de urgencia para establecer
la causa de un abdomen agudo, cuando el diagnóstico
no se ha establecido por las técnicas de imagen,
es otra de sus indicaciones.
2. Nuevas indicaciones de la laparoscopia.
Desde hace unos años han surgido
nuevas indicaciones de la laparoscopia como son: el estudio
de extensión de los linfomas, el del cáncer
de ovario y el estudio del carcinoma del páncreas.
Contraindicaciones.
En general, siempre que se haga correctamente
y tomando las debidas precauciones, la laparoscopia es una
técnica poco traumática, relativamente segura
y que causa escasas molestias al paciente por lo que, en
la práctica, son pocas las situaciones en las que
está contraindicada. En cualquier caso, debemos diferenciar
las contraindicaciones de la propia técnica laparoscópica
de las de la biopsia hepática que suele acompañarla.
Pueden ser contraindicaciones de la laparoscopia: enfermedades
cardiorespiratorias severas, infarto de miocardio reciente,
insuficiencia respiratoria grave y las coagulopatías
severas no compensables. Otras entidades: obesidad severa,
intervenciones quirúrgicas abdominales previas, pueden
dificultar la ejecución de la técnica sin
contraindicarla.
Con mayor motivo que la laparoscopia, la
biopsia hepática esta contraindicada cuando el tiempo
de protrombina es inferior al 40 %, y el recuento de plaquetas
es inferior a 50.000 plaquetas/mm3.
También constituyen contraindicación
para la biopsia hepática la existencia de importante
estasis venoso o linfático, o intensa colestasis
extrahepática, por el peligro de que se produzca
un derrame de sangre, linfa o bilis en la cavidad peritoneal,
que puede ser grave.
Por último, la biopsia esta contraindicada
cuando se sospecha la existencia de un quiste hidatídico,
un absceso o un angioma.
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