Las varices
esofagogástricas aparecen como consecuencia
de la hipertensión portal, que en nuestro medio,
en la mayoría de los casos, es secundaria a
la cirrosis hepática. Dependiendo del tamaño
de los cordones varicosos se clasifican en cuatro
grados y valorando las características de la
mucosa en tres subgrupos; esta clasificación
permite, junto a datos clínicos, analíticos
y hemodinámicos, predecir de forma aproximada
el riesgo de rotura de las varices.
La hemorragia secundaria a la rotura
de las varices es la complicación más
grave de la hipertensión portal. Alrededor
de una cuarta parte de los pacientes con cirrosis
hepática tendrán un episodio hemorrágico,
en la evolución de su enfermedad, y éste
condicionará una importante mortalidad que
puede alcanzar hasta el 40 % de ellos. En los días
o meses siguientes al episodio de sangrado, pueden
aparecer nuevas hemorragias en una proporción
que llega hasta el 70 %.
Como consecuencia de estos hechos
es indudable que debe plantearse un tratamiento de
esta frecuente patología, junto al tratamiento
básico de la enfermedad que condiciona la hipertensión
portal, que con cada episodio de hemorragia sufrirá
un importante deterioro.
La posibilidad de prevención
de la primera hemorragia, el tratamiento del episodio
de hemorragia y la profilaxis de los siguientes se
puede hacer con tratamientos farmacológicos,
radiológicos o quirúrgicos, y desde
luego mediante tratamiento endoscópico con
bandas elásticas o con esclerosis de varices,
siendo éste último el motivo de esta
directriz.
INDICACIONES.-
La esclerosis de las varices esofágicas
ha demostrado su utilidad en el tratamiento de la
hemorragia en fase aguda, consiguiendo detenerla tras
la inyección del agente esclerosante. También
es útil en el control de la hemorragia cuando
se debe a la rotura de una variz gástrica,
si bien en este origen la eficacia es menor que en
la producida por varices esofágicas.
La prevención de los siguientes
episodios de hemorragia se consigue con reiteradas
sesiones de esclerosis, hasta que desaparezcan las
varices. De igual manera que en el tratamiento agudo
de la hemorragia, la posibilidad de erradicar las
varices del estómago es menos probable que
las del esófago.
En cuanto a la profilaxis del primer
episodio de hemorragia en pacientes con hipertensión
portal, la esclerosis no es más eficaz que
el tratamiento farmacológico con betabloqueantes
y en las series publicadas se le ha encontrado mayor
tasa de complicaciones. En la actualidad esta indicación,
que en alguna época fue admitida, está
en desuso.
CONTRAINDICACIONES.-
Las contraindicaciones para la esclerosis
de varices son las mismas que las de la endoscopia
alta, no existiendo prácticamente ninguna añadida
para ella.
Es indudable que en la hemorragia
aguda, la inestabilidad hemodinámica del paciente
hace que la exploración endoscópica
tenga mayor riesgo, ya que lógicamente va a
ser mas larga, pues la presencia de sangre en el estómago
hace más difícil la endoscopia y hay
que añadir el tiempo necesario para realizar
la inyección del esclerosante. Es lógico
pensar que la inestabilidad hemodinámica puede
considerarse una contraindicación relativa;
pero es indudable que la estabilidad como mejor se
conseguirá es con el control de la hemorragia
tras el tratamiento endoscópico.
En las sucesivas sesiones de esclerosis
para el control de las varices, la presencia de ulceraciones
esofágicas en los puntos de inyección
del esclerosante, hace necesario retrasar alguna de
las sesiones o aplicar la inyección en otra
zona no tratada anteriormente.
TÉCNICA.-
Equipo endoscópico: La esclerosis
se hace habitualmente con un endoscopio convencional,
aunque los endoscopios terapéuticos pueden
facilitar la exploración al disponer de un
canal de instrumentación de mayor tamaño.
Las agujas de inyección, son
en la mayoría de los casos de material plástico
y de un solo uso, disponen de un canal auxiliar de
lavado que facilita la limpieza de la sangre en los
alrededores del punto sangrante. Las agujas metálicas
o las plásticas reutilizables tras esterilización
en autoclave o en óxido de etileno siguen en
uso. El diámetro y la longitud de las agujas
son estándar, aunque al sacarla de la funda
de plástico o metal, podemos regular la longitud
ajustando la profundidad de la inyección.
Agentes esclerosantes: El esclerosante
ideal se define como el que produce en primer lugar
una trombosis rápida del vaso, induciendo hemostasia
inicial seguida de fibrosis de la variz, sin causar
daño a los tejidos circundantes y con los menores
efectos secundarios sistémicos.
Los esclerosantes usados, a lo largo
del desarrollo de la técnica, han sido muy
variados; pueden agruparse en dos categorías:
Irritantes físicos, entre los que se incluyen
Morruato sódico; Oleato de etanolamina; Polidocanol.
; y deshidratantes como el Etanol y la Glucosa hipertónica,
entre otros.
Los más introducidos actualmente
son el Oleato de etanolamina al 5 % para la inyección
intravaricial y el Polidocanol en concentraciones
variables entre el 0.5 y el 2 % para inyección
paravaricial. No se han demostrado diferencias en
los resultados obtenidos con los diferentes esclerosantes.
Una variante de la esclerosis es la inyección
de polímeros acrílicos como el cyanoacrilato.
Técnica de la endoscopia: La
endoscopia se realiza de forma convencional. En el
caso de inestabilidad hemodinámica debe prestarse
especial cuidado a esta alteración y a la posibilidad
de broncoaspiración de contenido hemático,
por lo que incluso podría ser conveniente realizar
la endoscopia con control de la vía aérea
mediante intubación endotraqueal.
Técnica de la inyección:
La inyección se inicia en el punto sangrante
y una vez controlada la hemorragia se continua la
inyección en cada uno de los cordones varicosos
en el caso de la inyección intravaricosa, o
en la mucosa adyacente en el caso de la inyección
paravaricial. Las inyecciones siempre deben hacerse
lo más cerca posible del cardias, aunque también
se pueden hacer las inyecciones a distintas alturas
del esófago. En las varices gástricas
la inyección se realiza habitualmente en la
variz.
Las sesiones sucesivas se realizan
con periodicidad variable, pero lo más habitual
es espaciarlas entre 3 y 14 dias hasta conseguir la
desaparición de las varices. Se hacen un máximo
de 5 ó 6 sesiones y si con ellas no se consigue
la desaparición debe abandonarse el tratamiento;
también debe considerarse fracaso del tratamiento
si aparecen dos episodios de hemorragia mientras se
realizan estas sesiones y en este caso deberían
valorarse otras alternativas terapéuticas.
Una vez erradicadas las varices deberán
hacerse revisiones periódicas, aproximadamente
cada 6 meses, ya que pueden reaparecer. En ese caso
debe reiniciarse el tratamiento y en la mayoría
de los casos es suficiente una o dos sesiones para
controlar las varices que han reaparecido.
Después del tratamiento de
la hemorragia aguda es aconsejable ingresar al paciente,
si es posible en una Unidad de Sangrantes.
RESULTADOS.-
Tratamiento preventivo del primer
episodio de sangrado: Como hemos escrito anteriormente,
en la actualidad, esta indicación no se admite
de forma general. El análisis de los diferentes
estudios realizados demostró que aunque la
profilaxis del primer episodio de hemorragia varicosa,
mediante esclerosis podría recomendarse, sobre
todo en pacientes con mala función hepática
(grado C de Child Pugh) con varices de gran tamaño
(grado IV de Paquet) y con signos de riesgo en la
mucosa (manchas rojas), la alta tasa de complicaciones
que desarrollaron estos pacientes desaconsejaban el
tratamiento.
Tratamiento de la hemorragia aguda:
La hemorragia activa varicosa se controla mediante
la inyección de agentes esclerosantes en las
varices hasta en el 95 % de los pacientes. En la mayoría
de los trabajos realizados no se encuentran diferencias
significativas entre el control de la hemorragia y
los diferentes parámetros analizados (sexo;
edad; etiología de la enfermedad; grado de
Child - Pugh; o tamaño de las varices).
La hemostasia definitiva dependiendo
de las diversas series se consigue entre el 50 y el
85 % de los pacientes. Es decir que en los siguientes
días al episodio hemorrágico el paciente
tiene una recidiva hemorrágica; esta recidiva
se controla con una nueva esclerosis aunque en este
caso la efectividad se sitúa alrededor del
70 %.
La escleroterapia en fase aguda puede
asociarse a la administración simultanea de
drogas vasoactivas e incluso su administración
puede iniciarse antes de la endoscopia en casos de
alta sospecha de sangrado por varices si no es posible
realizar una endoscopia de modo inmediato.
El conjunto de los trabajos realizados
evaluando la hemostasia primaria demuestran que la
escleroterapia para el control de la hemorragia es
mejor que el taponamiento esofágico y similar
a la somatostatina en el control de la hemostasia
primaria y en la prevención de la recidiva
precoz. La escleroterapia no modifica la tasa de mortalidad
y es indudable que tiene una alta tasa de complicaciones,
por ello en la actualidad se tiende a sustituirla
por la ligadura de las varices mediante bandas elásticas
colocadas por vía endoscópica, tratamiento
que se describe en otra guía de esta misma
página.
Tratamiento de la recidiva hemorrágica
tardía: La escleroterapia reduce las recidivas
hemorrágicas al erradicar las varices mediante
las inyecciones sucesivas de esclerosante en los cordones
varicosos. La recidiva aparece entre el 33 y el 55
% de los pacientes tratados; en alguna serie se encuentra
una relación significativa entre la presencia
de recidiva y desarrollo de hepatocarcinoma. La asociación
de betabloqueantes mientras se consigue la erradicación
de las varices se demuestra útil para disminuir
el índice de recidivas hemorrágicas.
En el momento actual la mayoría
de los trabajos abogan por la sustitución de
la escleroterapia, como método para reducir
la recidiva hemorrágica varicosa, por la colocación
de bandas elásticas al encontrar con este método
menor tasa de complicaciones para los mismos resultados
en cuanto a erradicación de las varices.
COMPLICACIONES.-
La esclerosis de varices tiene una
alta tasa de complicaciones que oscila entre el 12
y el 40 % de los casos y una mortalidad asociada a
la técnica entre el 2 y el 12 % de los pacientes,
siendo éste uno de los motivos que ha llevado
a buscar alternativas terapéuticas. Como ya
hemos descrito la alternativa con menor tasa de complicaciones
y mortalidad se encuentra en la ligadura endoscópica
con bandas elásticas.
Las complicaciones son locales y sistémicas.
La complicación local más
frecuente es la ulceración esofágica
secundaria a la necrosis de la mucosa; creo debe considerarse
que la ulceración más que una complicación
es el objetivo del tratamiento; por ello habrá
que considerarla complicación sólo en
el caso que la escara produzca una hemorragia importante
al desprenderse, hecho que ocurre alrededor del 25
% de los casos. En la cicatrización de estas
úlceras se puede producir fibrosis y estenosis
del esófago, así como condicionar alteración
en la motilidad del esófago lo que puede inducir
disfagia.
La alteración a nivel profundo
de la pared esofágica puede condicionar alteración
del esfínter esofágico inferior provocando
reflujo gastroesofágico y la posible esofagitis
secundaria al reflujo puede empeorar la disfagia.
También por la inyección profunda del
esclerosante pueden aparecer fístulas esofagobronquiales
o perforación esofágica con mediastinitis.
Por último la esclerosis se
ha relacionado con el desarrollo de carcinoma esofágico,
pero del análisis de los diferentes trabajos
publicados evaluando esta posibilidad parece concluirse,
que es mas una coincidencia en pacientes con varios
factores de riesgo para desarrollar neoplasias esofágicas
que una relación causal.
En cuanto a las complicaciones sistémicas,
la que con más frecuencia se ha descrito es
el dolor torácico tras la inyección,
que es la norma en mas de la mitad de los enfermos
tratados, habitualmente controlada con analgesia suave.
La febrícula y la bacteriemia son frecuentes
y a pesar de ello no se aconseja profilaxis antibiótica.
La aparición de derrame pleural puede alcanzar
el 20 % de los pacientes y se resuelve bien en la
mayoría de los casos. El desarrollo de neumonías
y distress respiratorio son muy poco frecuentes.
Se han descrito, aunque de forma excepcional,
complicaciones vasculares en el sentido de trombosis
portal y accidentes cerebrovasculares o pericarditis
e incluso peritonitis bacteriana.
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